Acompañar la emoción es parte del trabajo diario de cualquier profesional del área social y/o educativa aunque no sea psicólogo/a.
¿Qué lleva implícito este acompañar? Acoger, sostener, aceptar y tratar de estar presente con la persona en eso que está viviendo y sintiendo. Acompañar implica ofrecerle recursos o herramientas para que en el caso de sentir mucho dolor, rabia o mucho enfado pueda bajar ese nivel de tensión o malestar e ir volviendo a si mismo. Acompañar es parte de estar e ir facilitando con las herramientas que conocemos y sabemos los pasos para transitar ese momento de dolor intenso.
¿Tenemos la obligación de acompañar si no somos psicólogos/as? ¿Cómo se dan estas situaciones? La cierto es que dentro de nuestras competencias como profesionales sociales y/o educativos está la escucha, sostén y acompañamiento a la persona. Otra cuestión es que no existe una «obligación» y está en nuestras competencias la intervención psicología con todo lo que implique esa situación de dolor emocional ya que, esto es competencia del psicólogo/a. Estas situaciones se dan porque las emociones son parte de la vida y no elegimos cuando expresarlas y porque cuando en el vínculo educativo hay confianza permite expresar, exponernos… y por tanto, permite emocionarnos a veces sacando parte de esa herida o dolor acumulado por la situación familiar, laboral, personal…
Quiero hablar de este tema porque a lo largo de mi experiencia profesional y en mi trabajo de acompañamiento a profesionales surgen diversas maneras de acompañar y acoger las emociones. Hoy quiero definirte varias formas de proceder con este tema y aportarte claves para acercar el autocuidado a esta acción de acompañar. Principalmente me he encontrado 3 maneras de acoger y acompañar la emoción por profesionales no psicólogos/as que tienen mucha relación con nuestra manera de ser y relacionarnos profesionalmente:
- Llamar directamente al profesional psicólogo/a o derivar el acompañamiento completo. Hay profesionales que delegan directamente sin hacer lo que yo llamo «la transición en el acompañamiento», esto puede ser por directrices y protocolos del centro o porque no se sienten para acompañar. Para mí es importante la relación que generamos con las personas y si en el momento en el que una persona siente dolor te distancias es como si le estuviésemos diciendo «cuando no estás bien me voy», esto se puede integrar de muchas maneras y por esto, para mí es importante estar también cuando hay dolor y buscar la manera de transitar en el acompañamiento si es necesario.
- Querer «controlar la situación». En ocasiones sucede que como profesionales nos ponemos muy nerviosos porque «yo no puede controlar o gestionar esta situación», a veces es debido a que nos faltan herramientas psicológicas y es momento de derivar pero en ocasiones es porque queremos que eso se «controle» sin dar espacio a que la propia emoción haga su proceso y se vaya regulando. Esta sensación mantiene relación con la idea interna de «si la persona está bien es que hago bien mi trabajo sino es que lo hago mal».
- No trabajar en equipo y decidir asumir toda la responsabilidad del acompañamiento. Esta última tendencia se acerca a la idea de asumir toda la responsabilidad del acompañamiento y también la carga. En ocasiones se plantea así pero mantiene relación con la idea interna del profesional que siente un alto nivel de exigencia y responsabilidad en el trabajo y en la vida. Digamos que esta autosuficiencia estaría cercana a frases relacionadas con el esfuerzo y a la idea de que «en la vida para valorarme necesito sentir que me he esforzado, que ha costado». El riesgo de esta tendencia es acompañar con falta de herramientas a la persona y relacionarnos desde la carga ya que, esto puede generar relaciones no saludables y de dependencia.
¿Te identificas con alguna de estas tendencia o con otras? Cada tendencia mantiene relación con nuestra historia personal, con nuestro carácter y con la manera de adaptarnos al mundo en el que vivimos. Nuestra tendencia está movida por aquello que profesional y personalmente somos capaces o no de valorar y/o valorarnos y por tanto, cada tendencia o manera de acompañar tiene sus propios retos para acercarse al acompañamiento consciente.
Revisar nuestros propios retos y acercarnos al acompañamiento consciente permite que nos sintamos más cómodos/as en la tarea de acompañar y por tanto, que podamos devolver esa misma sensación a las personas.
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Un saludo, Carmen Pérez